Nunca he sido una persona disciplinada con el ejercicio, de pequeña no me inculcaron la práctica de ninguna actividad física como parte de mis tareas; mi mamá tenía claro que debíamos movernos pero no pasábamos de caminatas en la mañana.
Conforme fui avanzando en mi adolescencia fui probando diferentes disciplinas con poco éxito, pues realmente aunque habían algunas que ponía en práctica no lograba encontrar aquella actividad física que realmente me hiciera querer hacerlo todos los días sin sentirme aburrida, porque ese siempre ha sido mi mayor problema: el aburrimiento.
¡Fue así como el yoga cambio todo!
Vivía en Puntarenas cuando un amigo me dijo que había una profe nueva de yoga, mi meta siempre fue la parte física: hacer esa actividad física que me ayudara a moverme y que como Nutricionista me ayudara a mantener mi peso en un estado de salud óptimo.
Nunca pensé en el yoga como algo espiritual, nunca pensé en el yoga como una conexión conmigo misma y con mis capacidades, poco a poco el mensaje principal de esta hermosa práctica fue cambiando mi búsqueda de lo físico y lo amplió más allá, pero tuvieron que pasar muchos años para darme cuenta.
Cuando regresé a vivir a San José, después de probar muchos estudios con diferentes estilos de práctica, logré llegar a un estudio de yoga que me enamoró porque no solamente combinaba esa parte física fuerte que yo buscaba desde un inicio, sino que cada uno de los profes que me topé me ayudaban a avanzar, a enfrentarme a mis miedos más latentes en alguna postura (como en la parada de manos) y a encontrar esa conexión que ni siquiera yo misma sabía que existía dentro de mí.
Desde que inicié mi practica en el puerto siempre fue irregular por diferentes motivos, por lo que en mi mente siempre me decía "algún día haré el entrenamiento para hacerme profe de yoga" pero de pensamiento no pasó, cada año era mi meta al iniciar el año y cada año me quedaba sin cumplirla.
Pasaron 7 años de práctica y un último año de prácticas intensas de 7 días a la semana y hasta 2 prácticas diarias, hasta que finalmente logré entender lo que había más allá de la parte física, finalmente había comenzado a entender las emociones que me invadían en diferentes momentos cotidianos y aprendí a controlar mis reacciones, a mejorar mis relaciones, a sanarme a mí misma, a perdonarme, a soltar el pasado y avanzar.
Fue hasta que en el 2018, nuevamente creyendo que sería un año más sin cumplir ese sueño, en el que Dios, la vida y el universo se alinearon a la perfección para demostrarme que siempre sos capaz de más y que la actitud positiva lo es todo ¡y lo logré! Después de 200 horas de entramiento, práctica y estudio me certifiqué como profe de yoga.
He tenido experiencias hermosas en estos 7 años, enseñanzas increíbles de mis diferentes maestros que les contaré en otro post, pero lo principal es la energía pura que se vive con todas las personas bellas con las que he podido compartir en el salón y las enseñanzas divinas que me ha dejado el yoga fuera del mat.
Namasté.
-Dunia Estilos por el outfit para la foto, pueden visitar su página en el siguiente link:
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